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jueves, 22 de noviembre de 2012

tour Eifell



Noviembre 2012
Bajas,  las Baterías  están al rojo, el densímetro me avisa que no tengo que enchufar nada. Sube el acido sulfúrico por la pipeta transparente, traspasa en su movimiento ascendente el verde forest ,  el naranja  y llega al rojo cadmio claro y allí se detiene. Me asusta ese purpura. Entonces, descubro, en algún lugar de mi mente,  aquel  trepar por la Tour Eiffel, que paralizaba el alma. Recuerdo como levitaba mi cuerpo entre la gente en aquel ascensor… y como los líquidos de mi estómago se agitaban  en mí, mientras dejaba pasar los diferentes segmentos de la enorme estructura de  acero con sus remaches. Mas de 7000 toneladas dejaba atrás, y  2.500.000 ”rivets”  apretados y seguros,- no son  tornillos desmontables sino  roblones sólidos que  unen el acero de forma permanente, para siempre: un eje con una cabeza, que se hace pasar a través de ambas piezas y después se deforma el extremo del eje-Así, se sucedían en un impacto de segundos, como si sus dos años de ejecución no hubieran significado nada, y eso que la ejecución de la obra se hace  ya sin esfuerzo…
Lo complicado es el proyecto, el esbozo, el alma de la obra…el dibujo sin goma, y decido  aquí,  que  la electricidad  puedo producirla  yo misma.  A la luz de una  vela blanca, podría,  con un ser especial llevar a cabo ese remache sólido y en esa unión producir el voltaje que necesito…la nevera, el electrodoméstico más constante e imprescindible lo convierto en prescindible, arranco el cable deliberadamente y calla al fin, enmudece. No quiero otro ruido que el que  escucho cuando respiro,  que imagino junto a otro ser, cerca, junto a mi oído, soplando su aire interior. Pienso como recorro ese aire que me llega, como lo acompaño de nuevo en su entrada…como viajo a su interior hacia sus pulmones y tránsito por ellos, y recorro sus paredes  con cavidades, y  choco con puertas que nunca se abrirán…

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